Diana Miloslavich Tupac
Diversas
historias en torno a los orígenes del 8 de marzo aparecen cada año, algunas de
ellas se han ido distorsionando con el tiempo. ¿Cuál es la verdadera historia
de este origen?
.
La historia del 8 de marzo forma parte de la historia de las mujeres en
sus diversas vertientes de fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX.
Esta unida a la historia del feminismo, a las sufragistas que desde
1860 hicieron de la lucha por el derecho al voto, su reivindicación principal y
a las mujeres del Partido Socialista Norteamericano por otro lado, ya que
ellas llevan la propuesta a la Internacional Socialista de un día
internacional para las mujeres, Esta unida al movimiento sindical textil
femenino que venía luchando por mejores condiciones de trabajo desde comienzos
de la revolución industrial y a las luchas de las mujeres obreras en la
Rusia de la revolución de octubre.
ORÍGENES
A comienzos de
siglo las feministas socialistas de Chicago organizaban actos en el Teatro
Garrick. El 3 de mayo de 1908, se organiza un acto denominado "Día de la
Mujer”, presidido por destacadas mujeres socialistas como Corinne Brown y
Gertrude Breslau-Hunt. Esta reunión fue dedicada a la causa de las obreras y a
denunciar la opresión de las mujeres. Para entonces, el Comité Nacional de la
Mujer del Partido Socialista Americano recomendó a sus secciones dedicar el
último domingo de febrero a celebrar actos a favor del sufragio femenino. Con
esta celebración comienza la historia del día internacional de la mujer.
El domingo 27 de febrero de 1910 se reunieron en el Carnegie Hall de Nueva York
tres mil mujeres para celebrar el "Día de la Mujer". El acto fue
convocado por las feministas que solicitaban apoyo en su campaña por el derecho
al voto, las obreras que encabezaron la famosa huelga de las camiseras
asistieron de invitadas al evento la celebración coincidió con el fin de
la huelga.
Semanas después ocurre la tragedia de lo que fue
el incendio industrial más trágico de la ciudad que se produce el 25 de
marzo de 1911, en la fábrica de camisas Triangle en Nueva York, donde el fuego
causa la muerte de 146 obreras textiles, inmigrantes de origen judío e
italiano, habían 2 niñas de 14 años, seis de 15 y en su mayoría entre 16
y 22 años. The National Womens Trade Union League fundada en 1903, se
fortaleció y logro cambios en la legislación laboral, y desde entonces se convirtió
en una fecha emblemática relacionada con el día internacional de la mujer
En el campo de la política partidaria, el partido socialista
norteamericano adoptó una actitud más abierta frente al movimiento
sufragista, al igual que las direcciones sindicales. Al igual que el partido
francés que adoptó el principio del sufragio desde 1879. Recordemos que en esos
momentos la causa del sufragio no era apoyada por sectores socialistas, a pesar
que las sufragistas habían nacido y crecido en la lucha antiesclavista tanto en
Norteamérica como en Inglaterra y les niegan la entrada en la Cumbre Mundial
contra la Esclavitud (1840) por ser mujeres.
Las socialistas norteamericanas desestimaron el acuerdo de la Primera
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Stuttgart de agosto de
1907, que prohibió la colaboración con las sufragistas. El Congreso Nacional
del Partido Socialista de mayo del 1910 resolvió enviar sus delegadas al
Congreso Internacional Socialista. A la reunión que se celebró en Copenhagen,
asistieron Lena Morrow Lewis y May Wodd Simons con la propuesta de
transformar el Día de la Mujer, en el Día Internacional de la Mujer.
Antes del Congreso, se llevó a cabo la Segunda Conferencia Internacional de
Mujeres Socialistas de donde salió la propuesta de seguir el ejemplo de las
socialistas norteamericanas y dedicar un día especial de las mujeres, cuyo fin
principal fue el promover el derecho al voto de las mujeres. Presidió esta
Conferencia Clara Zetkin. La fecha no quedó establecida. En norteamérica
se continuó celebrando el último domingo de febrero hasta 1914. En Rusia se
celebró el 17 de febrero de 1913 como Día Internacional de las Obreras.
El 8 de marzo de 1917 se realiza una gran manifestación de mujeres
en San Petersburgo de las obreras, trabajadoras textiles del distrito de Vyborg
que declararon la huelga por el pan, y quienes bajo el lema Pan, abajo el Zar,
se movilizaron cerca de 120,00 hacia el centro de la ciudad también
querían el regreso de los combatientes de la guerra, cuatro días después se les
otorgó el voto y meses después se da inicio a la revolución de octubre.
La Historia de estas fechas está ligada directamente sin duda a Clara
Zetkin 1852 -1933 socialista alemana fundadora de la II Internacional máxima
figura del movimiento internación y Alejandra Kollontai 1872- 1952. En nuestro
país hay que reivindicar a Flora Tristán (1803-1844) la autora de la Unión Obrera plantea que el grado de avance de una
sociedad se mide por la situación de las mujeres y a
María Jesús Alvarado (1878-1971) que en su histórico discurso el 28 de octubre de
1911 sobre el Feminismo
Peruano reclamando derechos civiles y políticos para las mujeres para
intervenir en la vida nacional, es por su cercanía a las organizaciones
obreras que termina exiliada por Leguía
MITO O VERDAD
Mito o verdad, ha quedado el testimonio de Mari Jo Buhle sobre las
mujeres y el Partido Socialista de 1901 al 1914 que escribe sobre las
celebraciones de comienzos de siglo del Día de la Mujer, los escritos de la II
Internacional, los de Alejandra Kollontai, y ahora la investigación exhaustiva
de Rene Cote que revisó las fuentes de la época y ahora la documentación e
investigaciones de la Universidad de Cornell sobre el incendio de la fábrica
Triangle en Nueva York en 1911.
Sin duda el 8 de
Marzo sigue siendo un día de lucha para las mujeres globalmente porque si bien
hay avances, aún vivimos en condiciones de desigualdad y con falta de plenos
derechos. Es también un momento para recordar que formamos parte de un proceso
histórico, largo de más de 100 años para lograr la igualdad para las mujeres.
Centro de la
Mujer Peruana Flora Tristan
Un bello homenaje a esas estoicas
mujeres de todas las razas que dieron su vida por la igualdad y la libertad.
Besos y bendiciones,
Maigua
MICAELA SE LLAMARÁN LAS NIEVES ETERNAS
Danilo Sánchez
Lihón
Ya no tengo
paciencia para aguantar todo
esto, Micaela Bastidas
1. Sus ojos en los ojos de ella
– ¡Ayyyyyyy! –Fue el grito
desgarrador, como si le arrancaran las entrañas. Alarido que estremeció a las
diez mil almas reunidas en la plaza Huakaipata del Cuzco y alrededores.
Fue un grito de animal cercenado que
estremeció ámbito enlutado y sus confines. Un grito que laceró la tierra. Eran
las 10.15 de la mañana del 18 de mayo de 1781, seis meses después que se
iniciara la gesta tupamarista en noviembre de 1780 y que conmocionó al imperio
español más poderoso del planeta tierra.
Hasta ese entonces ninguna queja, ninguna
súplica, ninguna lágrima que les ofreciese un triunfo a sus captores en aquella
mujer, salvo la mirada perdida y dominada por una tristeza infinita cuando
escuchó su sentencia:
“...pena ordinaria
de muerte, con algunas calidades y circunstancias que causen terror y espanto
al público”.
Reza el texto literal del edicto, y
así ella lo oyó cuando se lo leyeron.
Soportó estoicamente cuando a
Hipólito Tupac Amaru Bastidas, su hijo mayor, le cortaron la lengua y saltó el
borbotón de sangre manchando la camisa celeste que llevaba puesta. Era su
primogénito, de 20 años, que no dejó de mirarla tiernamente desde que subió a
la tarima en la cual lo estaban ejecutando y dejó posados sus ojos en los ojos
de ella, como el último refugio hasta el momento final de su vida.
2. Una masa hierática
Pero cuando subido al patíbulo le
anudaron la soga al cuello y súbitamente templaron hacia arriba,
estremeciéndose en al aire su cuerpo, con las manos atadas hacia la espalda,
solo allí se escuchó aquel grito desgarrador que conmovió hasta a las piedras,
los muros, los torreones y montañas del Cuzco. Y el sol pareció oscurecerse.
Solo a partir de entonces lo que era
un circo, una feria y un carnaval de horror y de infamia, se tornó en
un silencio sepulcral, en las diez mil bocas que contemplaban los
suplicios que se estaban infligiendo a la familia y colaboradores de la gesta
que encabezaran Tupac Amaru II, sublevación que contó con la colaboración de su
esposa, capitana del ejército de retaguardia, la bella mestiza Micaela
Bastidas.
Desde el amanecer se habían ejecutado
a los grandes capitanes del movimiento insurreccional. Y antes del martirio del
linaje del cacique de Surinama y Tungasuca se dio muerte a José Berdejo, Andrés
Castelú, Antonio Oblitas y Antonio Bastidas.
Luego a Francisco Tupac Amaru y a
Tomasa Titu Contemayta.
El público colmado en la plaza,
exclamaba gritos de furor y palabras soeces, apoyando el ajusticiamiento de
cada uno de los reos. En cambio, hacia los cerros una masa hierática de indios
permanecía silenciosa e inescrutable.
3. Los sayones vinieron a llevarla
– ¡Escarmienten perros! ¡Indios
criminales! ¡Delincuentes! ¡Asesinos!
– ¡Y tú, india desgraciada! ¡Salvaje!
¡Homicida! ¡Muere! –Gritaba la turba enardecida, ante cada muerte.
Había sido demoledor el terror que
habían sentido meses, semanas y días antes, ante el asedio e inminencia de la
captura del Cuzco por parte de los rebeldes.
Por eso ahora los que habían sentido
que peligraban sus posesiones, sus canonjías y hasta sus vidas, se desahogaban,
escarneciendo a los vencidos.
El grito de Micaela, inconsciente y
desvalido, traicionándola a ella misma, emergió desde sus entrañas de madre. Y
recién el llanto se le agolpó en sus ojos y bañó sus mejillas al ver a su hijo
colgado y bamboleante en la cuerda.
Mirándolo lloraba como una niña
indefensa, sola en el universo, como está siempre una madre con el hijo que
pare y ha albergado en sus entrañas.
Ningún momento antes se quebró, ni
suplicó, ni imploró, ni depuso su actitud digna y señera ante las autoridades
españolas y criollas que la patearon y escupieron.
Después de ejecutado Hipólito ella
sería la inmolada. Los sayones vinieron a llevarla, le amarraron una soga al
cuello y la arrastraron por el suelo de la plaza.
4. Ser mujer
Micaela Bastidas la esposa de Tupac
Amaru II, era cabeza indiscutible de la rebelión más devastadora del siglo
XVIII en contra del poder más implacable y omnímodo del continente americano y
del planeta Tierra.
Ella acompaña decidida y cabal esta
sublevación por dos razones sencillas y fundamentales. La primera: porque le
duele en el alma y en todo su ser el dolor y el oprobio con que se persigue, se
abusa, se explota y mata a la gente.
Y dos, lo hace por una razón mucho
más conmovedora y admirable todavía, cual es: porque ama y cree en su marido, a
quien invoca en todas sus proclamas y en todas sus cartas. No solo en las que
le dirige a él sino a los otros y estando lejos, que es como tenerlo a él
cerca, inherente e íntimamente formando parte de sí misma.
Y siendo así su lucha, su himno y su
canto son desde la inmensa y hermosa condición de lo que es ser mujer. Porque
tiene esa sabiduría de lo que es lo femenino. Y esta es una omnisciencia que,
en quien la tiene, no caben equívocos.
De allí que no se ha retractado nunca
de su participación en esta rebelión que ha tenido una grandeza y dramaticidad
totales, porque es una rebelión biológica.
Es la culminación de un largo proceso
de rebeliones frecuentes y continuas.
5. Y en el mismo cadalso
Negarlo hubiera sido negar a su
familia. Más que ideología en esta lucha hubo familia, vecindad, sentido humano
de naturaleza herida. De allí que han luchado los hijos, los hermanos, los
primos, los cuñados. Y el gran contingente de ofendidos que han sido millares.
Ella ha acompañado a Juan Gabriel
Condorcanqui en toda su gesta, en la cual ha sido su confidente, el muro de sus
lamentos y en donde él se sostiene y reclina su frente. Es su paño de lágrimas
al ver tanta injusticia e iniquidad para su raza y su pueblo.
Ella en todas estas confidencias no
lo desanima, no le dice: ocúpate de algo útil y conveniente. No le dice: sé
realista. O, seamos prácticos, tenemos una posición que mejorar, o forjemos
riqueza. No lo convence diciéndole: en la medida que somos ricos otros lo serán.
No le insiste: hagamos nuestra propia fortuna y dediquémonos a nuestros hijos.
No. Supo entender algo más hondo,
inherente a lo que es dignidad de especie, a heredad social y sentido
histórico, que no fuese apoyar a su marido en la insurrección.
Por eso, de sus manos después han
salido las órdenes, los permisos para franquear caminos, para asignar
responsabilidades, para comprometer contingentes en la lucha.
De sus labios han salido arengas,
proclamas y contraseñas. Ha sido su promesa, su juramento y su consigna: “Morir
donde muera mi marido”.
¿No es glorioso? Y así se ha
cumplido. Porque ella ha muerto a su lado. Y en el mismo cadalso.
6. Mujer lluvia,
humus, fogón
Nació en Tamburco, distrito de la
provincia de Abancay, a cuatro kilómetros al norte de esta capital andina, el
año 1745.
Era muchacha de una belleza sin par,
rara e insólita. Hija de padre de ascendencia africana y de madre mestiza.
Por eso, su porte es esbelto. Y tiene
la tez clara, del color del pan; aunque le dicen “zamba”.
Dicho apelativo es porque además de
alta y delgada, su cuello es largo y empinado, que en la serranía es poco
frecuente tener aquel cuello de garza, de parihuana o de vicuña, como ella lo
tiene.
Fue mujer notable por su hermosura.
“Bellísima”, ha dicho de él un contemporáneo que la conoce. Pero, a la vez, su
actitud es tenaz, aunque tierna, fiel y trabajadora. Mujer lluvia, humus,
fogón.
Casada en Surinama, el 25 de mayo del
año 1760, a la edad de 15 años.
Ha aprendido a leer y a escribir,
enseñada por José Gabriel, su esposo, hecho que en este tiempo está prohibido
que pudiera practicarlo una mujer.
Sus hijos son Hipólito, nacido en
1761. Mariano, en 1762 y Fernando en 1768.
7. Es la madre
amorosa
Su esposo, José Gabriel Tupac Amaru
es arriero, dueño de piaras de mulas. Indio, en cuanto a fisonomía, alma y
temperamento. Pero instruido, culto, que estudia y lee mucho.
Él la ha formado pacientemente y
compartido con ella todas sus inquietudes, ideas y esperanzas.
Ambos se han sublevado por
indignación ante tanto oprobio y atrocidad, levantándose en armas por
impaciencia sacrosanta; por el dolor, el abuso, el sufrimiento y la muerte que
se blande sobre la gente.
Se han sublevado con ellos la gente
más castigada, miserable y empobrecida de la Tierra. Y esa es la desmesura
sobrehumana de este levantamiento.
Capitaneado por una pareja de esposos
con un sentimiento muy hondo y muy claro con respecto a su pertenencia a su lar
de origen y a su cultura.
Quienes conversan mucho, alientan
sueños para sus hijos y albergan desvelos para con su pueblo.
Ella es la esposa dulce y abnegada
que sabe oír y comprender. Es la madre amorosa que cuida, protege y se desvela
por sus hijos.
8. Pelea
con las entrañas
Él le ha confesado cuánto le hiere el
dolor y el padecimiento de su gente. Ella lo escucha, razona junto a él y está
de acuerdo en reclamar primero, gestionar después y, poco a poco, la única
alternativa ha sido decidirse por la lucha ante la ignominia.
Han tomado preso al reincidente
Antonio de Arriaga, abusivo excomulgado por el Obispo Moscoso por sus cruentos
delitos y que ha seguido ostentando un omnímodo poder. A él lo han ejecutado en
la Plaza de Tungasuca, en reacción a la explotación inhumana que causaba dolor,
expiación y muerte.
Micaela siempre le ha dado a él la
prerrogativa de las decisiones, amándolo con amor gentil, reverente y
consumado.
Él le ha encomendado en la lucha la
difícil tarea de organizar la retaguardia del ejército, conseguir y administrar
la economía, tender la red de las comunicaciones, proveer de los
abastecimientos, controlar el movimiento de las armas, urdir y mantener la
malla fina del espionaje.
En todas sus apelaciones siempre lo
hace invocando el nombre de “su marido”. Y qué bien y qué hondo suena en sus
labios ese epíteto. O cuando escribe con su propia mano esta frase: “Hijo
Peche”. A él lo llama su hijo. Y en las despedidas pone: “Tu Mica”. Combate
pues bajo una égida: como mujer, pelea con las entrañas, como esposa y compañera.
En sus cartas ya en plena campaña
guerrera ella lo llama: “Chepe mío”, “Cariño”, “Hijo pepe”, “Hijo de mi mayor
aprecio”. Y en sus despedidas: “Es tu Mica”, “Tu Micaco”, “De Vuesa Merced, su
amante compañera”, “De Vuesa Merced su amantísima esposa”.
9. Mira más al
centro
y al fondo
En esta vorágine, en esta crueldad y
horrores de la guerra, en este pavor de los sables, los incendios y las
batallas, jamás se apaga su ternura ni su infinito cariño, pese a que él con
sus acciones hace que todo peligre.
Sin embargo, al final esta relación
tiene todos los visos de haber sido no solo apasionada sino también
irremisible. Eso ahora lo sabemos, no solo por el contenido de las cartas en
donde a veces le dice palabras de reproche y desengaño, sino por una carta de
lacerante despedida, donde ella le dice como cualquier mujer a alguien que lo
defrauda: ¡adiós!
Todas las evidencias apuntan a que el
motivo de tal desavenencia, y esto se deduce por el contexto en que lo expresa,
es que él no cumple con lo que ella lo ha hecho jurar, cual es capturar el
Cuzco. Y esto antes de que fuera reforzado por un ejército de 16 mil soldados
que marchan desde Lima.
“Chepe mío:
tú me has de acabar de pesadumbres, pues andas muy despacio paseándote en los
pueblos...”
Y con advertencias y consejos así se
forja y se hace a un hombre. Y ella lo ha hecho. Aquí se muestra cómo lo ama y
lo modela. Con halago le dice: “Chepe mío”. Y luego: “Me has de acabar de
pesadumbres”, ¡captura el Cuzco! Porque ella mira más al centro y al fondo de
los hechos y las cosas.
10. Te digo
adiós
Él tiene heridas. Ella el bálsamo,
además de la luz y calidez para ver más claro y más lejos. Y eso es saber
forjar hombres.
Ella ve la meta final. A conquistar
eso lo lanza, lo alienta y arriesga ella misma la vida. ¡Capturar el Cuzco!, es
la consigna.
Por eso, ha de quedar como bandera en
toda lucha esa proclama: ¡Capturar el Cuzco! O posesionarse de la ciudad
sagrada de los Incas.
“Tú me ofreciste
cumplir tu palabra, pero desde ahora no he de dar crédito a tus ofrecimientos,
pues me has faltado...”
“Yo ya no
tengo paciencia para aguantar todo esto, pues yo misma soy capaz de entregarme
a los enemigos para que me quiten la vida...”
En otra carta le advierte:
“...y puedas
despachar otro propio para Pachachaca a cortar el puente cuanto más antes... y
si no lo puedes hacer avísame para que yo lo haga sin demora, ¡porque en esto
está el peligro!”
Y en otra:
“Ya que te has
hallado en esos lugares, caminaremos el día citado a entregarnos y morir sin
remedio por lo que te digo adiós...”
11. Documento
oficial
A Micaela Bastidas no sólo se la
condenó a muerte, sino que además se elaboró un mandato que incluye una pauta
minuciosa de cómo tenía que ser subida al tabladillo y ajusticiada, figurando
el siguiente documento oficial en el Archivo General de Indias, con el Título
Cuzco, Legajo 32, por momentos incomprensible por el nerviosismo de las
autoridades que lo redactaron:
“(...) que sea
sacada de este cuartel donde se halla presa arrastrada, con una soga de esparto
al cuello, atados pies y manos, con voz de pregonero que publique su delito,
siendo llevada en esta forma al lugar del suplicio donde se halla un tabladillo
en que por su sexo de lugar a la decencia de la sentencia, y ajustará el
garrote, cortándosela allí la lengua, e inmediatamente se hará morir con el
instrumento, lo que verificado se la colgará en la horca, sin que de allí la
quite hasta que se mande persona alguna. Y luego será descuartizado su cuerpo
llevando la cabeza al cerro de Piccho que será fijada en una picota con una
hoja en la que se lea su delito; un brazo a Tungasuca, otro a Arequipa y una de
las piernas a Carabaya conduciéndose lo restante del cuerpo al mismo cerro de
Piccho donde será quemado con el de su marido en el brasero”.
12. Esposo,
amante y cómplice
Ahora son las 10.15 de la mañana y
ella sube, paso a paso, al patíbulo, una tarima pintada de color verde, de 4
por 4 metros, alzada frente al atrio de la iglesia catedral del Cuzco. Viste
blusa blanca muy sencilla y una falda negra y larga.
Ha subido ya al estrado y quieren
abrirle la boca para cortarle la lengua y aún atada se deja, apretando los
dientes y retorciéndose. Y no pueden separarle las mandíbulas, por más
forcejeos que hacen los verdugos.
Le dan golpes de puño en la cara que
sangra. Sigue doblándose sin poder introducirle el cuchillo. Finalmente
desisten de cortarla, procediendo a recostarla al garrote y violentamente los
esbirros dan vueltas a la palanca la misma que empieza a torcer el dogal.
Ajustan lo más que pueden, pero ella sigue viva y respirando. Su cuello es muy
fino y delgado y el mecanismo del aparejo no logra asfixiarla.
Cogen entonces una cuerda entre
varios y de ambos lados jalan y aprietan un buen rato, mientras otros verdugos
con las culatas de sus fusiles la golpean la cara, los seños, el vientre y el
sexo, hasta dejarla exánime arrojando su cuerpo yerto de la tarima al suelo.
Por la tarde sería cortada la cabeza,
descuartizada y sus miembros repartidos por diversos confines. Y otros quemados
en una pira en el cerro Piccho, junto con los restos de su jefe, esposo, amante
y cómplice.
13. Jinetes
y palafrenes
Y después le llegaría el holocausto a
su copartícipe y cónyuge, el cacique José Gabriel Tupac Amaru.
La macabra y espeluznante manera de
cómo debe cumplirse la condena para él ha sido diseñada especialmente por el
Visitador General José Antonio de Areche, quien ahora observa desde un balcón
de la plaza el linchamiento. Él ha dibujado con minucia, trazado en planos y
figuras, y ha dejado solazarse sus bajos instintos acerca de cómo debe ser la
ejecución.
Nunca antes en la historia humana hay
un antecedente que se parezca a este bestial y monstruoso espectáculo.
Sus miembros serán arrancados por
cuatro caballos que tirarán hacia las cuatro esquinas de la plaza, briosos y
espoleados.
Jinetes y palafrenes irán arrastrando
los pedazos cercenados por las calles.
Atravesarán las esquinas con el
sonido bronco de la carne humana rebotando en las piedras.
Y, sobre todo, dejando el rastro
sanguinolento en todo adoquín que toquen, para que toda la gente después
registre esas huellas en sus sueños, pesadillas, conciencia y subconsciencia,
sea en su calma o su delirio.
14. Obligándole
a mirar
Subirán las colinas arrastrando los
miembros extirpados, para luego ser quemados en una pira. Y la cabeza del
caudillo puesta en una picota.
En estos momentos a él sí logran
cortarle la lengua.
Ahora, amarrado como está de pies y
manos se tienden riendas sujetas a las monturas de los caballos.
Y se lo jalona y su cuerpo flota y
vibra en el aire, pero no pueden arrancarlo.
Tiran una y otra vez en que se
tiempla, subiendo y vibrando en el aire su cuerpo por sobre los techos y
cayendo a tierra con golpes secos.
Mientras lo hacen la gente aúlla,
grita, chilla, vocifera, entra en paroxismo.
Se alza un sordo rumor de los indios
en los contornos. Aún está vivo en el suelo. Y alza la mano, dirigida a su
gente apostada en los cerros ordenando a sus huestes que se calmen. Reconocen
que no pueden arrancarlo a pedazos.
Desisten. Entonces le cortan la
cabeza y los miembros con un hacha. Y por la tarde sus miembros son divididos y
enviados a las colinas hasta donde iban a ser arrastrados por los caballos.
A su hijo Fernando, de 12 años que ha
querido agachar la frente y esconder la mirada para no ver morir primero a su
hermano, después a su madre y luego, de esta forma, a su padre, los soldados
españoles le alzan la cabeza tirándole de los pelos para que vea y le dan de
culatazos en el cuerpo obligándole a mirar.
14. Que nadie
ose jamás
Y surgen las preguntas: ¿por qué los
matan así? ¿Por qué tanta saña, atrocidad y vileza? Hay razones ineludibles que
lo explican. Y una es: ¡porque es mucha la riqueza que explotan y que se llevan
de este reino!
¡Porque son muchos los privilegios,
placeres, posiciones, gangas y ventajas; situación que para ellos no debe
peligrar nunca!
Porque son muchas las delicias, los
halagos, la soberbia de los españoles.
Y no quieren que de ello se les
despoje jamás.
Porque es mucha la fastuosidad. Y
unos miserables no van a venir a querer arrebatárselas ni hacer peligrar esas
ventajas.
Y les enfurece otro hecho peor: saben
íntimamente que esos indígenas tienen razón. Que ellos son los legítimos dueños
de estas posesiones. Y eso les duele mucho más en su conciencia.
Estas son tierras de ellos, que los
han arrebatado con perfidia, negándoles incluso su condición de seres humanos,
de lo cual han hecho, incluso, doctrina de fe.
La desmedida crueldad y el
ensañamiento son lógicos: quienes escarmentar para que nadie ose jamás volver a
pensar siquiera en ello. Ahogando así todo grito de rebelión.
16. A la altura
de su codicia
Porque, ¿dónde se ha visto que el
público presencie el descuartizamiento por caballos desbocados? ¿En qué lugar
de la Tierra y en qué tiempo, jamás fue concebible?
Lo revela además la pena que se
sentencia, que abarca no sólo a los vivos sino a los que nacieran. Dice
literalmente:
“que se extinga
toda su descendencia, hasta el cuarto grado”
Perdieron toda cordura estas bestias
enmascaradas de nobleza y señorío. Es decir los que nacieran serían victimados.
Este es un derecho y una justicia que
sentencia a los que aún no han nacido.
¿Qué los hacía tan delirantes? La
riqueza, las prebendas, la concupiscencia.
Este suplicio fue a la altura de su
codicia. El Perú valía mucho en oro, en tierras, y en judicaturas.
Y castigaron ferozmente este
movimiento porque venía a cuestionar toda esa riqueza en base a la muerte de
los indígenas.
17. Amor sublime
e infinito
Para dejar constancia de que nadie
cuestionara estos hechos de quitarles su botín, su medio no de vida
sino de ser viciosos y holgazanes, el suplicio estuvo a la medida del miedo y
el susto que pasaron.
Estuvo a la estatura de las imágenes
que sus reflejos había ya elucubrado de lo que les iba a suceder, porque en su
subconciencia ellos mismos ya se habían condenado a los suplicios más
horrendos.
Lograron entrever ¡qué les sucedería
en relación a sus comodidades y beneplácitos!, pero más en relación a las sanciones
morales que merecían ellos mismos.
Ya tenían configurados esos castigos,
por la infamia en la cual estaban sumidos, si triunfaba la revolución.
Sin embargo, dentro del horror queda
algo por rescatar. En esta gesta surge algo excelso para nuestras vidas.
¿Y, qué es ello? Es el cariño de
Micaela y el de José Gabriel, como un amor sublime e infinito.
Juntos tejieron uno de los grandes
amores de la historia humana.
¿Cómo? ¿Estos indios? ¿Estos
salvajes? ¡No puede ser posible! Sí. Por las siguientes razones:
18. Amor
cristalino
Porque ellos dos creen, sienten y
piensan juntos, abrazando el mismo propósito.
Porque son ambos, fusionados, que se
iluminan en función de ideales y de principios supremos.
Porque es un amor hecho de coraje y
valor totales. Que saben del horror al cual se enfrentan y lo asumen.
Porque es amor de empresa común, de
proyecto mutuo y de intención coligada, que en este caso es instaurar la
justicia social, paliando los sufrimientos de la gente, para después gestar la
libertad de un continente.
Es entrega total, absoluta, sin
cálculo, medida ni disculpas.
Si es posible hasta morir en el
intento, tal y como realmente después ocurriera.
Porque estuvieron unidos en la vida y
en la muerte. Guerrearon uno al lado del otro.
Porque tuvieron inteligencia y valor
para apoyarse.
Porque ella, sutilmente femenina,
supo a él darle la jefatura de todo y el poder para tomar las decisiones
trascendentales.
Porque en el fondo de todo esto
perdura el amor cristalino, profundo, absoluto hacia los otros seres humanos.
19. Asumió
ese destino
Es por eso un amor sublime de la
historia humana:
Porque fue un amor sin regateos, ni
menudencias ni menoscabos. No en función de las cosas, ni en función de los
intereses mezquinos.
Porque tomaron una decisión y la
cumplieron, cual fue echarse a los hombros los problemas que padecía la
humanidad doliente.
Porque largas temporadas él se
ausentaba por su oficio de arriero y ella paciente y amorosamente lo esperaba
anhelante.
Porque la separación física fue
constante, pero la unión espiritual fue igualmente intensa.
Porque se confiaron mutuamente
secretos. Y, si cabe denominarlo así: secretos de Estado, porque cada carta que
se intercambiaron sería botín para los servicios secretos enemigos, porque eran
decisivas enfrentándose al imperio más poderoso de la Tierra.
Porque era imposible que en esa época
una mujer pudiera alzarse en armas. Y él la preparó para ese cometido. Y ella
asumió ese destino con arrojo y valentía.
Porque no lo abandonó, aduciendo que
el sentido de ella era cuidar a los hijos y de él hacer solo e independiente su
campaña, como ocurrió en casi todos los casos de los movimientos
insurreccionales del planeta.
20. ¡Qué honor
más grande!
Porque los derechos cívicos de la
mujer no es pelear contra el hombre sino junto a él contra la estructura social
injusta y aberrante.
Porque la competencia entre hombre y
mujer es pérfida, cuando el enemigo es el sistema.
Porque se amaron de a verdad. Y,
consiguientemente con ello, al bien, a la belleza y a la virtud. Y se
consagraron a cultivarlos.
Porque ella creía en él. Porque era
noble, sincero y augusto. Y jamás quebrantó esa majestad.
Porque estuvo a su lado y sucumbió
con él.
Porque en algún lugar del cosmos se
han reencontrado.
Porque queriendo castigarlos el enemigo
los unió al final de sus vidas y en sus muertes aparentes, porque están más
vivos que nunca.
Porque al quemar juntos en una misma
pira sus miembros cercenados, los juntaron y los hicieron fuego eterno, que
salva, redime y purifica.
¡Qué honor más grande les hicieron
sin darse cuenta!
Epílogo
Se unieron en cenizas. ¡Allí sus
bocas confidentes, sus palabras secretas están dándonos consignas!
Porque cuando construyamos el Perú
del futuro, digno y hermoso, Micaela será la flor que se siembre en todas las
plazas de nuestro país enaltecido.
Y con la misma crueldad con que los
golpearon hemos de defender ahora culturalmente a quienes sufrieron.
Y Micaela será la flor del color más
fulgurante, pleno y valeroso. ¡Váyanla escogiendo, niños y jóvenes!
Daremos el nombre de Micaela a las
nieves perpetuas de los andes, a las cascadas, a los arroyos, a los valles
profundos hermoseados con el vuelo de las torcazas.
Micaela se llamará el mejor maíz, la
mejor papa, la mejor quinua. Y la fruta más dulce.
La mejor trinchera en el combate se
llamará Micaela.
¡Jóvenes mujeres y hombres de mi
pueblo! ¡Son herederas de Micaela Bastidas!
Siendo así ¡siéntanse gigantescas,
poderosas e invencibles montañas!
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