domingo, julio 6
Crónica del Corpus
Por Nelson Coronel, Junio del 2014
En estos días es difícil dormir en la madrugada en el Cusco. La temperatura ha bajado hasta casi llegar a 0ºC pues son los días más fríos del año. A las 6:00 am, los camaretazos resuenan en la Plazuela de San Blas y como vivimos en el Carmen Alto, a cincuenta metros de la plazuela, el estruendo de los cohetones nos hace saltar de la cama y después ya no es posible dormir, pues a las bombardas siguen las entusiastas marchas y huaynos que entona la banda contratada por el carguyoc, llamando a la primera misa de las celebraciones que se realizan en la parroquia en honor al Patrón San Blas. A los cohetes y la música sigue el tocar de las campanas y es imposible conciliar el sueño, mucho más cuando el sol aparece sobre la cumbre de las montañas que rodean el Cusco y una fuertísima luz, totalmente dorada, invade todo el espacio contrastando con el azul purísimo, sin una sola nube, que es la característica del cielo en esta época del año.
A pesar de la intensa luz solar, el frío intenso se siente en el ambiente. Si te colocas al sol, el calor es reconfortante, te nutre, te anima; pero si te pones a la sombra,el frío sacude los huesos. Además, a esta hora, el ambiente se impregna del aroma del pan caliente que está saliendo de los hornos del barrio. La fragancia de los huaros ( así se llama en el Cusco el pan sin levadura, que en otros lugares de la sierra llamamos “ bollos”) estimula los sentidos y pide acompañarlos de café muy caliente, como el que, en este momento, abrimos plaza en esta luminosa mañana de junio.
Los camaretazos han vuelto a atronar el barrio mientras la banda de música toca la “ Valicha” y después, sorprendentemente, toca la marcha de San Lorenzo, que es música patriótica argentina que conmemora el triunfo de San Martín sobre los ejércitos españoles. Yo no la había escuchado desde la escuela primaria, allá en los cincuentas del siglo pasado, cuando nuestra educación estaba bajo la influencia de la escuela argentina y aprendíamos a leer en los libros “Upa” y otros textos para primaria de Constancio C. Vigil.
Nelly me saca a espetaperros de la casa para que la acompañe a misa de 7:00 am en la Catedral y, a pesar de mi agnosticismo, lo hago de buen gusto por qué la catedral es una maravilla que no me canso de admirar y la misa dicha en quechua es un espectáculo emocionante, sobre todo cuando el coro y los feligreses entonan el himno al Sol, que los curan católicos convirtieron en el “Apu Yaya Jesucristo”.
El día 17 de junio, los Patrones y las Patronas que vienen desde las parroquias del Cusco y su periferia llegaron hasta el atrio de Santa Catalina y allí se pusieron en fila, de acuerdo al orden que la tradición ordena, para luego iniciar su recorrido por la calle “Siete Ventanas” e ingresar a la Wacaypata, como lo hicieron las sagradas wacas de la Cápac Cuna para saludar la aparición del Inti al amanecer del inicio del solsticio de invierno. Pero después de tantos años y de la permanente presión de los curas y doctrineros, esta antigua ceremonia se ha trasladado a la celebración del Corpus Christie, que de la fiesta católica no tiene nada más que las apariencias, a pesar del esfuerzo de los curas. Los patrones llegan con sus carguyocs, estandartes, ofrendas, banda de músicos y otra de kaperos y los invitados especiales de cada parroquia. Ellos son los descendientes de las panacas incaicas y los portadores de la tradición andina.
El espectáculo es impresionante, sobre todo cuando las enormes y pesadas andas son alzadas por sus cargadores y empiezan a avanzar. Los patrones son 15, cada imagen mide por lo menos 2 metros; San Cristóbal es más grande pues cuenta la tradición que era un gigante y San Sebastián también es un grandazo apoyado en una palmera en cuyo follaje van varios loros vivos que arman un gran griterío. Los “santos” van colocados sobre andas que miden del suelo hasta la base donde se coloca al patrón, no menos de 2.50 metros. Así que cada patrón mide, desde el suelo hasta su tocado entre 4.5 y 5.0 metros de altura. El conjunto: anda más imagen, pesa no menos de 300 kilos y en algunos casos más, como el de la Vírgen de Belén. Para cargarlos se necesitan no menos de 40 hombres por cada anda, y aun así, el esfuerzo que debe hacer cada cargador es enorme.
Los santos ingresan por “Siete Ventanas” a la Wacaypata que está adornada con enormes altares de espejería e imágenes. Los patrones van ataviados con un lujo deslumbrante, la ropa y manto que los cubre son de finas telas con bordados y pedrería, más joyas y adornos; por la parte posterior los mantos se alargan semejando la cola de un inmenso pavo real. San Pedro va vestido en oro, relumbrando a la luz del sol. La bellísima Vírgen de la Almudena con lujosísimo vestido y manto íntegramente bordado en hilos de plata. Los colores no son materia de gustos o caprichos, tienen un profundo significado. La Vírgen de Belén viste ni que decir, pues es la patrona y señora principal del Cusco; su impresionante vestuario en oro y piedras preciosas no deja lugar a dudas sobre quien es la señora más importante en este desfile, paseo o procesión, como indistintamente lo llaman.
El miércoles 18 los santos hicieron su ingreso a la, plaza, bastante tarde. Casi a las 3:00 pm, llegó San Antonio Abad a la gran plaza. Intrigado por la causa de esta demora, escucho el comentario de un grupo de señoras mayores que están muy próximas, ellas son las voceras del mundo onírico en que se desenvuelve esta festividad. “Los patrones se han demorado por qué se bajaron en la Plaza de San Francisco para almorzar su chiri uchú…”comenta una señora. Y debe ser la verdadera causa, pues este año el municipio no ha permitido que las vendedoras de chiri uchú, que es el plato típico de esta fiesta, se coloquen bajo los portales que bordean la plaza de armas. Los ha reubicado en la plaza de San Francisco, en el amplio espacio que queda frente al prodigioso andén Korpacancha, que es la síntesis de los conocimientos de la arquitectura andina y sobre el cual el inca iniciaba la primera siembra ritual con la que empezaba el año agrícola.
No hay cusqueño que, durante las festividades del Corpus, que duran una semana, no coma chiri uchú. Así que es muy comprensible que los santos demoraran su ingreso “para bajarse” en San Francisco y almorzar su merienda típica. No me consta que los santos lo hicieran, pero las mesas y bancas instaladas en los tenderetes de San Francisco estaban totalmente copadas con los carguyos, cargadores e invitados, que tomaban fuerzas ( y también mucha frutillada y cerveza) para la jornada que empezaba con un manduque que haría palidecer de envidia a Gargantúa y Pantagruel.
Tras almorzar, los santos “entraron” a la Wacaypata en medio de camaretazos, lluvia de flores y pica pica que les lanzaban sus seguidores.
Primero dieron la vuelta a la plaza y - casi al caer la tarde - subieron al atrio de la catedral por la esquina de Triunfo y Santa Catalina, donde las andan “solo tienen que subir tres gradas”. Al acercarse, las imágenes bailan huayno y su fuga. Es increíble como los hábiles cargadores conducen las andan bailando, e incluso zapateando. Pero, a veces, el esfuerzo parece a punto de fracasar. Nelly se llevó un susto de madre cuando, llevada por el entusiasmo y el ritmo del huayno, acompañó a San Antonio en “ la subida”. Justo en el quiebre, la imagen “ que venía bailando” se bamboleo de tal manera que casi se viene al suelo. Yo me quedé helado porque me pareció que la imagen caía, y justo donde estaba Nelly, que iba a quedar hecha puré si esto sucedía, pero los cargadores con un hábil quiebre recuperaron el equilibrio del anda y - felizmente - no pasó nada. Yo me recordé la recomendación que se da en la Plaza de Acho: “ los toros se ven de lejos”…En Corpus es mejor ver los santos de lejitos….
Al subir al atrio, las puertas de la catedral se abrieron para dejarlos pasar, uno por uno y después se cerraban, hasta que llegara el siguiente. Cuando llegó San Blas se produjo un incidente: según algunas gentes, este santo “ es un pedante” ( vaya usted a saber por qué ). Tal vez para que cambien de opinión, los carguyos de este años no le pusieron al patrón su lujosa vestimenta con sobrero rojo, guantes y ropaje de obispo, sino que lo vistieron de campesino con chullo, pantalón oscuro de bayeta a la rodilla, poncho y en lugar de báculo, le pusieron una vara de alcalde; lo mismo hicieron con los cinco monaguillos que lo acompañan en el anda. Y todo muy bien, pero al momento de ingresar a la catedral, el arcediano, un curita de la época de los dinosaurios y claro está, del Opus Dei, de ilustre apellido indígena: Condorwaman, impidió el ingreso de la imagen, regañando a los carguyos “por el ultraje” que le habían hecho a San Blas (¿) y obligó a que le quitaran al patrón sus ropas campesinas y los volvieran a vestir de obispo renacentista “ como es de su merecimiento”. Es increíble que a estas alturas un curita necio y trasnochado hiciera esto, pero la diócesis del Cusco está dominada por las congregaciones más retrógradas de la iglesia católica y ahora es comandada por un Opus, para quien Cipriani negoció el nombramiento con el Papa anterior.
Así llevaron a San Blas, pero el cura Condorwaman obligó a los carguyocs a desvestir ( en público) al patrón y volverlo a vestir de obispo medioeval, si no se quedaba sin entrar a la Catedral.
Este paseo de los santos es una buena demostración del antropomorfismo que subyace en esta festividad. Los patrones y las patronas son concebidas a imagen y semejanza de los seres humanos que las cuidan, celebran y veneran, pero también de los curas retrógrados como los de la actual oligarquía arzobispal del Cusco. Los patrones, para los curas, son señores y señoras que hay que venerar, adorar y obedecer por qué, si no lo hacen, grandes castigos caerán sobre los fieles. Concepción de viejos señores feudales, que detestan al Papa Pancho y que seguramente ruegan para que alguien le de vuelta y permita que todo vuelva “ a la normalidad”…
Los fieles también conciben a los santos como humanos: estos grandes patrones son bien parecidos a quienes los cargan: tienen hambre y quieren comer chiri uchú, les gusta bailar y cuando se ponen en tragos hasta zapatean; son enamoradizos: Santa Ana “ que es señora mayor y experimentada”, acompaña a Santa Bárbara, de Poroy, porque “es muchacha y no tiene experiencia”…y que puede pasar si se queda sola, encerrada en la catedral con esa manga de santos alegrones, creídos, que les gusta tomar frutillada, comer chiri uchú y bailar…de repente en cualquiera de esas noches, le pegan una encerrona y la Bárbara, que es joven, bonita, está buenaza, pero es todavía media pánfila, deja de ser vírgen y mártir… por eso Santa Ana se pone detrás de ella y no la deja sola, para cuidarla de los buitres….En este mundo mágico, donde los dioses aman, seducen, se ponen celosos, son capaces de ponerse cuernos, rivalizan y hacen ostentación de su poder, exigen devoción, pero se comprometen a cumplir la demanda de sus fieles; aquí se impone la vieja ley andina del ayni,: la reciprocidad. Cuesta dinero y mucho esfuerzo pasear a los patrones y mantenerlos contentos, pero ellos son generosos y les van a devolver el esfuerzo que sus fieles hacen con dones y gracias que colmarán los pedidos de quienes los veneran.
Al ingresar a la catedral, como es la noción andina, las santas se alinearon a la izquierda ( el lugar de lo femenino) y los santos se pusieron a la derecha ( el lugar de lo masculino). Allí pasaron toda una semana, en la cual “ discutirán” ,“ es parlamento” sobre los problemas de la actualidad. En otros años, en el mercado he escuchado las versiones que dan las placeras sobre el debate de los santos y eran lo más ocurrentes y graciosas, aunque oportunas, casi siempre sobre el accionar de los políticos.
Pero este año, como no, el rumor popular ha contado que el debate se ha centrado sobre quién ganará el mundial y las preferencias han estado entre Brasil y Argentina; los santos no se han puesto de acuerdo en quién triunfará, pero sí en que debe ser latinoamericano. Como los santos y sus pares femeninas son bien peruanos y no olvidan, cuentan que la primera noche, cuando empezó el debate, desde su altar, ya que ella no participa en el desfile del Corpus, la Vírgen del Carmen, gritaba: ¡Chile! ¡Chile!, ¡Chilelé….! Pero San Pedro volteó y le dijo: ¿Por qué no te callas?, ¡Tú aquí no hablas,... ¡Chilena…! Y la Carmen ya no volvió a meter su cuchara donde no la habían invitado.
Al día siguiente, el obispo dispuso que la misa del Corpus se realizara en el atrio de la catedral y no al interior del templo, como siempre se hizo. La medida tenía por objetivo evitar que a la misa de celebración, asistan cuatro gatos, mientras afuera la multitud espera que el oficio concluya para entrar “y saludar a los santos”. Así lo dispuso el obispo y los santos también fueron sacados al atrio “ para que asistan a misa”. El oficio se realizó con una gran concurrencia. El obispo del Cusco se mandó una homilía sobre la transustanciación, que no la entendería ni un teólogo de los que asistieron al Concilio de Trento y discutieron treinta años sobre el sexo de los ángeles. En tanto la multitud se la pasó bajo el fortísimo sol, en mi opinión sin entender nada, pues aunque soy un poquito leído y escribido y traté de poner mis distancias conceptuales a un lado y escuchar y comprender como el obispo del Cuco se dirigía a sus fieles, no le entendí ni michi. Y es que el obispo del Opus, parece ser negado de inteligencia y anda con un malhumor como si su mamá lo hubiese botado de la casa antes de servir el almuerzo, pues dijo solo cosas incomprensibles y después amenazó a los fieles; también, muy indignado, denunció a los falsos curas que incluso se disfrazan de obispos y van por los pueblos alejados rezando misas, bautizando y casando, a cambio de jugosas limosnas y exigentes atenciones de comer y beber. ¡El gato despensero se queja de la competencia que ha creado él mismo!...en fin, fue bastante patético…
Y así transcurrió la semana del Corpus. En su octava, los santos volvieron a salir de la Catedral y empezó el retorno a sus parroquias. Como sucede en la vida real, a la salida de la catedral, en el atrio se ubicó la imagen de “ La linda” y como quien se despide de quien lo invitó a la fiesta, cada santo y santa, se despidieron de la dueña de casa, haciendo reverencias y saludos y luego, calabaza, calabaza, cada quien se fue a su casa, es decir cada santo o santa volvió a su parroquia, donde la fiesta continuará, en los Corpus de cada parroquia, que se espacian a lo largo de todo el mes de julio.
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